Cuando se habla “del mundo de la vida”, se hace referencia nuestro diario vivir, sin pensar ni proponer cuestiones del porqué de ello. Husserl, por ejemplo, parte de que existe una actitud natural en los hombres y que cada sujeto vive su relación cotidiana con el mundo según una posición espontánea frente a la realidad exterior, que entiende que las cosas “simplemente están ahí delante, en sentido literal o figurado”. Por lo tanto, a grandes rasgos, el mundo es para la actitud natural la totalidad de las cosas vividas. Mundo y realidad se disponen como contenidos trascendentales, objetividades que la conciencia refiere después de percibir a través de los sentidos y de reflejar en función de los actos. Para comprender mejor el mundo de la vida es necesario realizar el siguiente interrogante, ¿Qué conforma el mundo de la vida? En este mundo están nuestras experiencias, nuestras vivencias, el sentido de vivir, emociones, sentimientos y subjetividades.
Es posible que vivamos en un mundo donde las cuestiones aparecen a diestra y siniestra, pero no todas esas cuestiones son resueltas o son relevantes a los ojos de los seres humanos. Esto se debe a que, cada ser humano vive su cotidianidad, es decir, vive la realidad que toda persona encuentra en su actitud natural Husserl define así el Lebenswelt como “Los límites del mundo de la vida que no pueden trascenderse” (2005, pág. 7). Con lo dicho hasta aquí se hace evidente lo inexplicable que es el mundo de la vida; un mundo en el cual el yo se complementa con el otro, pero que no está arraigado a la experiencia del otro.
Husserl aborda también la relación que debe de tener el hombre con el mundo. Infiere que no se puede definir al hombre sin su relación con el mundo, y es por ello, que el mundo solo se concibe a través de nuestra conciencia, no a través de lo material sino desde lo que se siente, se vive y se expresa. Es el mundo donde “YO” vivo, donde me relaciono cada día.
Hoy en día se ha dejado de lado la importancia de la vida cotidiana en nuestras experiencias, debido que la realidad humana se construye sobre imaginarios comunes que se convierten en el horizonte de todos. Allí se petrifica la realidad desde lo que cada uno percibe, como actualidad y como proyecto. En el mundo de la vida, el tiempo y el espacio hacen parte de una dimensión vital y existencial, en la cual, el tiempo es siempre un tiempo vivido y el espacio no está determinado, pues el hombre es creador de su mundo. El hombre, no se limita a adaptarse al medio, sino que le da sentido a este, debido a que concibe al mundo de la vida como el “lugar” social, y esto tiene que ver con los juegos de mesa, la publicidad, el arte, el lenguaje, y en general, experiencias vividas. Es a partir de esto que se edifican las relaciones de la vida cotidiana con el otro.
El tiempo que vive cada individuo lo determina como ser en el mundo. Para esto es importante tener en cuenta el presente y el futuro como función de su diario vivir. Cada persona es dueña de su tiempo, ya sea en horas, minutos o segundos; cada individuo vive de manera libre su tiempo, pero esto no lo exime de sus responsabilidades cotidianas; ya que el sentido vital del tiempo es la puntualidad y la urgencia por hacer algo. Todas estas características ayudan al ser humano a construir su proceso de formación para la vida. Es importante que cada individuo comprenda su mundo de la vida, y así, pueda llegar a entender el concepto de formación tanto en sí mismo como en el otro.
LUISA FERNANDA VÉLEZ MARÍNEZ
Docente